Es un poco complicado expresar con palabras el momento que estoy viviendo. Hace cuatro años estaba en la cuarta división de España consiguiendo el ascenso a la tercera (2ªB por entonces). Hoy estoy jugando en el campeón de la Ekstraklasa, la primera división polaca. Pero no solo eso. En mis tres primeros partidos he dado una asistencia, he marcado un gol y he debutado en competiciones europeas para clasificarnos a la Champions League. ¿Pero qué…?
La verdad es que no ha sido un camino para nada fácil. Si voy más allá de estos cuatro años, puedo decir que comí mucho barro y mucha mierda. Viví muchos momentos en los que pensé si merecía la pena todo eso y si era mejor dedicarme solo a estudiar. Por suerte, en aquellos momentos, mi familia me sostuvo y seguí adelante. Hoy puedo decir que no cambiaría nada de lo vivido, porque todo ello es lo que me ha llevado a donde estoy.
Volviendo a estos últimos cuatro años, viví cosas muy chulas. Una temporada en Segunda B con mi Compos que me permitió fichar en Segunda División con el Ibiza y cumplir mi sueño de pequeño: llegar al fútbol profesional. Visité estadios míticos y metí, probablemente, el gol más emocionante de mi vida en el Reale Arena. Qué locura.
Después de año y medio en Ibiza, decidí salir al extranjero a un equipo mítico y super especial como el Wisla Krakow, uno de los equipos más históricos de Polonia. Salí totalmente de mi zona de confort y crecí tanto personal como profesionalmente. Allí también viví cosas muy especiales como jugar con una afición completamente devota de su club, jugar con más de 30.000 en las gradas o ganar mi primer título profesional, la copa polaca.
Y después de todo ello, aquí estoy, en el Jagiellonia, el campeón polaco. Si me lo cuentas hace poco más de un mes ni lo creería. Pero sí, jugando en primera división en una liga que mola mucho, y en previa de Champions League. Y pase lo que pase y sea como sea, lo voy a disfrutar a tope!
Me siento muy agradecido con la vida por esta oportunidad. Con Gabriela, con mi familia, con mis amigos y con la gente que ha creído y confiado en mí desde que estaba abajo de todo y que he mantenido y me han empujado hasta donde estoy (estamos) hoy. Gracias, de verdad. Todo esto ha sido —y es— una montaña rusa de emociones. Momentos duros, llantos, gestión de expectativas, mucho trabajo mental… Gracias también. No cambiaría nada de eso porque me habéis enseñado mucho y ahora soy capaz de vivir cada momento un poquito más consciente.
¿Qué sigue ahora?
No sé qué traerá el futuro, cómo serán los próximos partidos, semanas y meses por delante. Si ganaremos o perderemos. Si jugaré más o menos. Esas cosas no dependen de mí. Lo que sí sé —y depende de mí— es que voy a trabajar, disfrutar de esta experiencia y vivirla al máximo. Que el tiempo vuela y no vuelve.
Por supuesto, este no es el destino final ni este enfoque significa que me acomode aquí y no tenga ambición de seguir creciendo. Sin ambición, trabajo duro y también un poco de suerte, hoy no estaría aquí.
¡Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerme! Si hay algún tema específico sobre el que te gustaría que escribiera, no dudes en dejar un comentario o enviarme un mensaje por mis redes sociales. 🙂